Televisión Sony, RCA Panasonic; Radio Toshiba o Aiwa; Consola de videojuegos, Nintendo, Sony, Microsoft; Gadgets en general, Apple, Acteck, RCA, Sony; Electronicos del día a día.
La travesía de esto comienza desde hace dos semanas, mi Wii explotó irremediablemente debido a mi exceso en su uso. Pero no se aterren, no quiere decir que me la pase jugando día y noche sin parar, lo que quiero decir con uso excesivo es que he llevado al aparato más allá de sus capacidades normales, es decir, el aparato debe limitarse a reproducir juegos, fotografías, videos (en ciertos formatos), navegación por internet y realizar encuestas bobas. Sin embargo con algo de paciencia podemos lograr que haga mil monerías más, como volverlo un reproductor de DVD (debería hacerlo por default) o que simplemente reproduzca el formato de video que queramos, que sirva como un pizarrón virtual, como emulador de todas las consolas que ha creado la humanidad o simplemente como nuestro lector de documentos; esto sin contar la capacidad de (si sabemos algo de programación) crearnos nuestros propios juegos.
Este rollo que parecería de presunción es para ejemplificar lo que quiero explicar, la premisa es simple: Tenemos en nuestras manos aparatos electrónicos que pueden hacer más cosas de lo que pensamos, celulares, radios, televisores, reproductores de música, automóviles y hasta el horno de microondas son una caja de monerías.
Sólo tenemos que abrir bien los ojos, pensemos en los principios básicos de cómo funcionan las cosas, no es ciencia del otro mundo, son cosas que aprendimos en nuestras clases de física de la secundaria o la preparatoria, a partir de ahí imaginemos cualquier loco alcance que tengan nuestros aparatos para pasar a la parte de la creación o investigación (siempre mejor la segunda, nunca falta quien ya se le ocurrió primero nuestra idea).
Ejemplos claros: Una vez tuve un celular Motorola que podía intervenir señales de radio a corto alcance, es decir, podía escuchar e interferir los radios de taxis, trailers o patrullas; un radio digital con capacidad de captar onda larga y onda corta, es decir, tenia radio de Japón o de Alemania en vez de radio nacional; un celular con la capacidad de abrir mi coche como si fuera el llavero; un celular con 100 Megas de memoria que podía tener la misma música que otro con 500 megas; un celular al que le podía preguntar cómo llegar a cualquier parte de la ciudad de la manera más rápida, obvio sin contratar nada de nada, sin internet ni nada por el estilo; no hablemos de las cosas que uno puede llegar a hacer con una MAC o una PC, las posibilidades se tornan infinitas.
Así que pensemos un par de cosas ¿Por qué al comprar cualquier aparato electrónico no se nos avisa de las posibilidades que están más allá del uso común? ¿Por qué nos venden miles de aparatos diferentes cuando con unos cuantos podríamos hacer todo lo que queremos? ¿Por qué la industria de los celulares vende cada año modelos “nuevos” que hacen lo mismo que los de hace CINCO AÑOS? Todas estas preguntas tienen una respuesta, pero no es necesario hacer una cátedra de este asunto, a fin de cuentas la economía no se puede dar el lujo de detenerse ni un momento.
La travesía de esto comienza desde hace dos semanas, mi Wii explotó irremediablemente debido a mi exceso en su uso. Pero no se aterren, no quiere decir que me la pase jugando día y noche sin parar, lo que quiero decir con uso excesivo es que he llevado al aparato más allá de sus capacidades normales, es decir, el aparato debe limitarse a reproducir juegos, fotografías, videos (en ciertos formatos), navegación por internet y realizar encuestas bobas. Sin embargo con algo de paciencia podemos lograr que haga mil monerías más, como volverlo un reproductor de DVD (debería hacerlo por default) o que simplemente reproduzca el formato de video que queramos, que sirva como un pizarrón virtual, como emulador de todas las consolas que ha creado la humanidad o simplemente como nuestro lector de documentos; esto sin contar la capacidad de (si sabemos algo de programación) crearnos nuestros propios juegos.
Este rollo que parecería de presunción es para ejemplificar lo que quiero explicar, la premisa es simple: Tenemos en nuestras manos aparatos electrónicos que pueden hacer más cosas de lo que pensamos, celulares, radios, televisores, reproductores de música, automóviles y hasta el horno de microondas son una caja de monerías.
Sólo tenemos que abrir bien los ojos, pensemos en los principios básicos de cómo funcionan las cosas, no es ciencia del otro mundo, son cosas que aprendimos en nuestras clases de física de la secundaria o la preparatoria, a partir de ahí imaginemos cualquier loco alcance que tengan nuestros aparatos para pasar a la parte de la creación o investigación (siempre mejor la segunda, nunca falta quien ya se le ocurrió primero nuestra idea).
Ejemplos claros: Una vez tuve un celular Motorola que podía intervenir señales de radio a corto alcance, es decir, podía escuchar e interferir los radios de taxis, trailers o patrullas; un radio digital con capacidad de captar onda larga y onda corta, es decir, tenia radio de Japón o de Alemania en vez de radio nacional; un celular con la capacidad de abrir mi coche como si fuera el llavero; un celular con 100 Megas de memoria que podía tener la misma música que otro con 500 megas; un celular al que le podía preguntar cómo llegar a cualquier parte de la ciudad de la manera más rápida, obvio sin contratar nada de nada, sin internet ni nada por el estilo; no hablemos de las cosas que uno puede llegar a hacer con una MAC o una PC, las posibilidades se tornan infinitas.
Así que pensemos un par de cosas ¿Por qué al comprar cualquier aparato electrónico no se nos avisa de las posibilidades que están más allá del uso común? ¿Por qué nos venden miles de aparatos diferentes cuando con unos cuantos podríamos hacer todo lo que queremos? ¿Por qué la industria de los celulares vende cada año modelos “nuevos” que hacen lo mismo que los de hace CINCO AÑOS? Todas estas preguntas tienen una respuesta, pero no es necesario hacer una cátedra de este asunto, a fin de cuentas la economía no se puede dar el lujo de detenerse ni un momento.
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