Mario Bros en CU


Estoy en Ciudad Universitaria. Voy a poner un esténcil, hay que caminar mucho, es cruzar enteramente el campus de rectoría a la Facultad de Ciencias Políticas o lo que es lo mismo que ir a la reserva ecológica ¿pero qué pasa? No voy contento, ni siquiera emocionado, voy apagado, cerebro en off, mis emociones hacen lo mismo, estoy como si nada pasara, no hay emoción ni adrenalina ¿Qué pasa?

Camino precavido, no demasiado pues no es necesario. Sigo caminando y comienza a preocuparme la falta de emoción en esto. Encuentro un grupo de guardias resguardando el único camino que me sirve. Decido acercarme como si no trajera un esténcil en las manos ni la mochila llena de latas ¿Qué pasa? "Buenas noches joven ¿A dónde va?" —"Voy al otro lado, a la salida de Ciencias Políticas" —"Ah bueno, pásale y vete con cuidado en el camino". Por dios, como si no trajera nada, como si fuera invisible lo evidente, al parecer una mica de Mario Bros gigante en mis manos y el clack clack de las latas en mi mochila no significa nada. Inútiles, esto pierde aun más la emoción.

Llego a ciencias, no estoy tan lejos de mi destino, sigo pensativo y aun ahora en un estado de hartazgo, retiro mis audífonos, ni siquiera soporto la música, mejor escuchar a los grillos y los pájaros de la media noche.

Creo que sé por qué me siento así, estoy fuera de mi terreno, además siento que invado el espacio de otro estencilero (que por cierto hace cosas mejores), estoy molesto…

Todo continúa fácilmente, la seguridad es nula, tengo problemas con las latas, solo a mí se me ocurre salir sin probarlas antes. Y allí está Mario, con su gran sonrisa esperando a que lo pinten y yo con una lata que apenas lanza un hilo de pintura. Después de algunos intentos logro hacerla funcionar, el chorro es potente pero intermítete, peor es nada.

Las cosas terminan mal, el esténcil quedo pardo, mal iluminado y hasta chorreado, que asco y que vergüenza, voltea a mis espaldas y veo al General Grievous y su guitarra, hasta parece que ese cabrón se burla de mi.



Hora de irse, que coraje, tanto caminar, tanto esfuerzo, tantas pruebas previas y al final todo sale mal, eso fastidia aun más el mal animo que tengo esta noche.


El plan sigue y hay que colocar el esténcil en la cafetería del anexo de ingeniería, hay que vengar a Mister Cubo y al buen Arcanis. Allí las cosas salen mejor, un trabajo limpio, impecable, aun así no me satisface ¿Por qué? Simple. Resultó que minutos antes de llegar a la cafetería yo caminaba por el paso vehicular, entonces una de las patrullas de vigilancia me alcanzó, pensé que me detendría o que al menos me preguntaría a donde me dirigía, no fue así, la patrulla simplemente frenó un poco, me vio por unos segundos y después lentamente se fue alejando de mi vista sin hacer mayor acción. A este vigilante solo le falto saludar, pero su mediocridad y falta de interés me echó a perder aun más la noche. Que aburrido, que decepción, es como pintar tranquilamente en casa con la única diferencia que aquí tengo garantizado que mucha más gente verá lo que hago.


Me largo de aquí, llego al CELE y CU comienza su perversa magia, llegan a mi montones de recuerdos, referencias, chistes, sueños, posibilidades, ilusiones y desaciertos, todo eso comienza a recrearse en mi cabeza al mismo tiempo con cada paso que doy, podría jurar que tengo un recuerdo para cada rincón del campus y ahora esos recuerdos se acercan y atacan desde las sombras.

¡Es suficiente! Llego a Rectoría entro a mi auto, escribo este texto y pongo punto final para irme a casa lo que ocurre justo ahora.

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