La gripe porcina, o bueno, mejor dicho humana, provocó el número suficiente de brotes para causar alerta a nivel nacional, una enfermedad atípica que días después alertó al mundo entero, el gobierno de México tomó sus precauciones y avisó a las autoridades globales, días después se alertó a la población del país.
El aviso poco oportuno a la nación llegó a las once de la noche, muchos no se enteraron de la suspensión de actividades en todas las escuelas, al entrar la mañana la ciudad era un caos ¿había epidemia? ¿de qué? ¿cómo? ¿y ahora qué hacemos con los niños? Eran las preguntas comunes. El día completo se convirtió en un caos, la confusión reinaba, el gobierno sólo decía que se encontraba una enfermedad peligrosa en el ambiente y que se guardara la calma.
Había una crisis, al parecer ni las autoridades tenían la certeza de lo que estaba pasando, la gente estaba temerosa y quería información a todo momento, el gobierno lo sabía y la acción a realizar era dar los pocos datos con los que se contaba de manera constante, mencionando hasta el más absurdo detalle de lo que se tenía, no se contaba aun con datos relevantes y la única posibilidad era reciclar una y otra vez en espera de un poco más de información.
Ante la falta de certidumbres la población comenzó a especular, había vacíos en las partes fundamentales del problema y sólo se podía buscar, donde fuera, dando por hecho hasta las más absurdas respuestas. Algunos decían que era un distractor político, otros que conspiraciones astrales, los más nacionales evidenciaban el principio del fin como lo predicen los mayas, que si venía del espacio o que si venía de Asía, otros temían por una epidemia de zombis, en realidad nadie sabía.
La estrategia del gobierno era dar información en todo momento con el fin de no hacer cundir el pánico, por otro lado los medios transmitían la información de un modo que se cundiera el pánico, un contraste total, el común denominador entre ambos fue únicamente el exceso en la cantidad de mensajes, nuevamente el mismo resultado del inicio: confusión.
¿Cuál era el objetivo entonces? Al parecer no sólo se trataba de dar información, se trataba además de llamar la atención de la existencia del gobierno, de su fuerza y su confianza para el pueblo, era inicio de la temporada electoral y hacer quedar bien al gobierno es dejar bien parado a su partido. Los medios no fueron menos ventajosos y pudieron aplicar aquello de la "opontuncrisis" o lo que es lo mismo, "las crisis son igual a oportunidades", coberturas especiales, invitados especializados, seguimientos exclusivos y mayor cobro a los patrocinadores que puedan ocupar los pequeños espacios del día en los noticiarios.
¿Cuál habría sido la estrategia correcta? No es una pregunta sencilla, pero si el gobierno hubiera dejado en claro cuáles eran las cosas que se podían y las que no se podían hacer (claro hasta donde su certidumbre les permitiera), así como las que se debían de las que no, en un flujo de información fijo, es decir, sin ambigüedades, se hubiera mantenido una calma en la ciudadanía al obtener información y certeza en la orientación de los datos, aunque eso hubiera significado el sacrificio de elementos no tan importantes que pudieran confundir y desviar la certeza de lo que se decía.
Después de la primera semana en esas circunstancias la gente se adaptó, como si la población hubiera hecho simbiosis con la tensa calma y la enfermedad; se abusó del flujo de información y con ello creció el número de personas escépticas al respecto; así lo que al principio se vio como una verdadera alarma después fue información basura, hasta hubo quien creó la moda de la influenza, esa que duró sólo una semana, sin embargo para el día de hoy se ve como algo que está en inminente retirada, sentimiento que recuerda al final de los juegos olímpicos o las copas del mundo, ya pasó lo emocionante, lo espectacular y hasta el gran evento para recordar, ahora únicamente resta ver los pormenores y los datos curiosos de un tema que sabemos seguirá constante pero que ya no importa tanto.
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